
Entrevista imaginaria a Tim Cratchit, hijo de Bob Cratchit.
Si les dijera dónde me encuentro no me lo creerían. Por ahora sólo les puedo decir que fue una mala idea dejar mi abrigo en casa.
Pero bien, para revelarles dónde estoy, les tengo que decir que existen innumerables obras que se han hecho relativas a la época más alegre del año, la Navidad, pero debo aceptar que mi favorita es aquella escrita en 1843 por Charles Dickens: Un Cuento de Navidad.
La belleza de la época se mezcla con la cruel vida de la clase obrera en la Inglaterra del siglo XIX, al contar la historia de Ebenezer Scrooge, un hombre avaro, cruel y solitario que ha olvidado el significado de la Navidad.
Todo comienza en Nochebuena, cuando Scrooge es despertado por el fantasma de su difunto socio, Jacob Marley, quien también explotó en vida a los pobres y es condenado a ser un fantasma. En su aparición le anuncia que recibirá la visita de tres espíritus navideños: el de las Navidades pasadas, presentes y futuras sin saber que se le presentarán para realizar en él un cambio de actitud y así recuperar su ya olvidado espíritu navideño, recordando el significado de la compasión y el amor al prójimo.
Uno de los personajes más pequeños, pero podría decir que el más importante, es el pequeño Tim Cratchit, hijo de su empleado Bob Cratchit. Tim es un niño alegre y muy enfermizo, además necesita una muleta para su andar, sin que esta situación le impida colmar de bendiciones a quien le conoce.
Así es que el día de hoy decidí viajar al interior de esta maravillosa pieza de la literatura universal para entrevistar al pequeño Tim y conocer un poco más al niño que inspiró a Ebenezer Scrooge a cambiar su forma de ser.
Ahora me encuentro en este callejón frío, donde la nieve llega hasta mis rodillas, y de cada ventana sale sólo una leve luz que alumbra cada casa cuyas puertas están decoradas con coronas navideñas.
Debo admitir que tardé más de 45 minutos en encontrar la casa del señor Cratchit, cuando de repente mi vista chocó con aquel edificio de viejos ladrillos al final del callejón.
El mismo Tim fue quien me abrió la puerta y me dijo que a esas horas de la noche era muy extraño que la familia recibiera visitas, pero que estarían gustosos de acoger a un extranjero tan poco usual.
Ya afuera de casa de los Cratchit, les puedo afirmar que si apenas les alcanza el dinero para comer bien, transpiran un amor familiar como el que pocas veces puede percibir un ser tan ajeno a la familia.
El pequeño Tim está encuentra sentado junto a la chimenea, y con su muy pequeña muleta golpea rítmicamente el suelo. En cuanto me voltea a ver se puede percibir una gigantesca sonrisa de este niño tan pequeño, tan frágil.
Pequeño Tim, ¿podrías contarme un poco de tu vida?
Claro que sí. Vivo con mi hermosa familia, mis padres y cinco hermanos, la verdad no tenemos mucho dinero, pero en nuestra casa se ha procurado darnos mucho amor y cariño.
Me gusta ir a la iglesia cada domingo y bendecir a los enfermos y los pobres, pues creo que hasta cierto punto los entiendo, y por eso mismo creo que yo los puedo ayudar a ver la belleza en las cosas pequeñas.
¿De qué manera te afecta tu condición?
Creo que no en mucho. Digo, a veces cuando juego con mis hermanos me canso súbitamente no puedo correr tan rápido como ellos. A veces no puedo salir a la calle o me siento un poco enfermo, pero es algo con lo que he aprendido a vivir.
Pienso que hay cosas muchísimo más importantes en la vida como ayudar a los demás, vivir una vida digna y feliz disfrutando cada momento de ella, aprendiendo del pasado y viviendo el presente, para poder crear un mejor futuro.
Ahora que el día de Navidad se acerca, me pongo a reflexionar muchas cosas. En ese día celebramos y honramos el nacimiento del amor, y eso es algo que se nos olvida celebrar el resto del año.
En los últimos días de diciembre, por estas calles todos los vecinos llevan una sonrisa en la cara, mientras tararean un coro navideño y ceden el paso a los ancianos, dando caridad a los necesitados. El punto es mantener ese espíritu todo el año, ser una mejor persona cada día y dejar de lado las malas acciones.
Y así es como termina esta breve entrevista al pequeño Tim, un niño cuyo gigantesco espíritu y amor se logró contagiar a los que le rodeaban, cambiando vidas y logrando borrar lo ya escrito en las tumbas que visitó Scrooge en su pesadilla, cuando el fantasma del presente le mostró a este cruel ser los demonios de la miseria y la ignorancia en forma de dos niños pobres y sucios; la felicidad que hay alrededor de las familias de clase media y de la pobre familia de Cratchit; cuando el fantasma de las Navidades futuras le mostró cómo la gente se alegraría de su futura muerte y de las consecuencias de sus acciones.
Scrooge vio entonces su propia tumba antes de despertar y descubrir que todavía era la mañana de Navidad, por lo que aún estaba a tiempo de cambiar su destino y convertirse a partir de ese momento en un modelo de generosidad y amabilidad.
Es hora de dejar descansar al pequeño niño, que sentado aún a la luz de la chimenea, continúa sonriendo y agitando su mano en señal de despedida.
Salgo de nuevo al frío de la calle nevada y oscura, cuando se escuchó cómo una de las empañadas ventanas de la casa Cratchit se abrió y pude ver al pequeño niño en los hombros de su padre y, ambos, con una sonrisa ven como me alejo poco a poco bajo la ligera nevada, mientras escucho de nuevo las bendiciones del pequeño:
Salgo de nuevo al frío de la calle nevada y oscura, cuando se escuchó cómo una de las empañadas ventanas de la casa Cratchit se abrió y pude ver al pequeño niño en los hombros de su padre y, ambos, con una sonrisa ven como me alejo poco a poco bajo la ligera nevada, mientras escucho de nuevo las bendiciones del pequeño:
¡Feliz Navidad y que Dios nos bendiga a todos!