Publicado el 09/09/2018
Categoría: Cultura

Desde la filosofía de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, se busca abordar algo más allá de las cifras impactantes y las imágenes de muerte que llaman el morbo en los diarios por su dramatismo. Se tiene como objetivos el buscar la prevención de comportamientos suicidas, reducir las repercusiones asociadas a estos y proporcionar un lugar de intercambio para todos profesionales en pro de la prevención suicida. Se enfatiza el uso de la terapia adecuada y medidas de seguimiento para quienes han intentado suicidarse, aunado a un tratamiento más mesurado del suicidio por parte de los medios de comunicación.

Es importante tomar en cuenta que el estudio del suicidio debe verse desde diferentes ángulos y no sólo estacionarse en los estándares psiquiátricos, como lo afirma Jesús B. Cruz y Elvira Pérez en el libro El suicidio, un fenómeno de origen multifactorial

 

Cuando se realiza un estudio del suicidio con enfoque multiparadigmático se le está concibiendo como un fenómeno social, como una manifestación de la salud psicosocial de una región, con responsabilidades compartidas, con obligaciones de todas las dependencias que impactan en la cultura, en la productividad, la recreación, la educación, la economía, involucra a todos los sectores, oficiales y privados para buscar soluciones a un problema cotidiano y común (Cruz & Pérez, 2003).

 

La American Foundation for Suicide Preventionenfatiza que la prevención del suicidio depende de la comprensión de cómo y por qué se produce el suicidio. Sin embargo, lo que sabemos sobre sus causas está muy por debajo del conocimiento de muchas otras enfermedades y condiciones que amenazan la vida. En parte, esto se debe a que el estigma que rodea el suicidio ha evitado su abordaje desde diferentes disciplinas y limitado la inversión en investigación.

 

Lo que sabemos de acuerdo al programa Prevención del suicidio (SUPRE) de la Organización Mundial de la Salud (2015, pág. 1) es que:

  • Cada año se suicidan casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad «global» de 16 por 100,000, o una muerte cada 40 segundos.
  • En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial. El suicidio es una de las tres primeras causas de defunción entre las personas de 15 a 44 años en algunos países, y la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años; y estas cifras no incluyen las tentativas de suicidio, que son hasta 20 veces más frecuentes que los casos de suicidio consumado.
  • Se estima que a nivel mundial el suicidio supuso el 1.8% de la carga global de morbilidad en 1998, y que en el 2020 representará el 2.4% en los países con economías de mercado y en los antiguos países socialistas.
  • Aunque tradicionalmente las mayores tasas de suicidio se han registrado entre los varones de edad avanzada, las tasas entre los jóvenes han ido en aumento hasta el punto de que ahora estos son el grupo de mayor riesgo en un tercio de los países, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo.
  • Los trastornos mentales (especialmente la depresión y los trastornos por consumo de alcohol) son un importante factor de riesgo de suicidio en Europa y América del Norte; en los países asiáticos, sin embargo, tiene especial importancia la conducta impulsiva. El suicidio es un problema complejo en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales.

Respecto a Méxicopodemos encontrar un gran atraso en el manejo del registro del acto suicida, pues a pesar de que la publicación de la información de intentos de suicidio y suicidios comenzó en la década de 1930 y en 1995 comenzó su publicación detallada. No es sino hasta el 2006, que se publican datos solamente de suicidios mediante los registros de mortalidad, particularmente, de los accidentes y actos violentos. Sus más recientes publicaciones: Estadísticas de intentos de suicidio y suicidios datan del 2004 y la más reciente Estadística de suicidios de los Estados Unidos Mexicanos 2011 (INEGI, 2015).

El anterior es un panorama que percibimos alarmante pero que se queda en las cifras, en esas que sirven para rellenar la nota del periódico cuando existe una muerte por un acto suicida. Tal como estaba escrito en algún colectivo de la red social Facebook en relación al suicidio: “En resumidas cuentas no es lo que pasa, sino lo que está por pasar”, pues sabemos que las personas que han realizado el suicidio ya no nos pueden expresar nada, sólo podemos deducir sus motivos.

 

El suicidio no sólo se queda en la acción de la muerte sobre sí mismo, sino que incluye también la ideación y el intento suicida (Beck, Weissman, Lester, & Trexler, 1976) (García, 2003) como parte del patrón de comportamiento. Frecuentemente se puede encontrar dentro de los contenidos de la ideación suicida: sentimientos sobre la falta de sentido de vivir, la elaboración de planes para quitarse la vida, la existencia de preocupaciones sistemáticas referidas a la autodestrucción. La idea suicida (Pérez, 2011) consistente en el pensamiento de acabar con la propia existencia. Puede manifestarse de las siguientes maneras:

 

 

  1. Idea suicida sin planeamiento de la acción: Es aquella idea en la cual el individuo expresa deseos de matarse aunque no sabe cómo hacerlo. Es frecuente que al preguntarle cómo ha pensado quitarse la vida, responda: “No sé”.
  2. Idea suicida con un método inespecífico o indeterminado: Es aquella en la que el sujeto expresa deseos de matarse y maneja varios métodos sin decidirse aún por uno específico. Es común cuando se le pregunta de qué forma ha pensado quitarse la vida, responda lo siguiente: “De cualquier forma, ahorcándome, quemándome, tirándome delante del tren”.
  3. Idea suicida con un método específico pero no planificado: Es aquella idea en la que el individuo desea morir, ha elegido un método específico, pero aún no ha considerado cuándo hacerlo, en qué lugar y qué precauciones ha de tomar para llevar a cabo el suicidio.
  4. Plan suicida: Es aquella idea que, además de expresar sus deseos de autoeliminación, contiene el método específico, el lugar determinado y las precauciones que ha de tomar para lograr no ser descubierto y alcanzar el propósito anhelado de morir. Es muy grave cuando se presenta.

 

Cuando ya hablamos de un intento suicida podemos entenderlo como “La conducta de auto lesión potencial con un desenlace no fatal para la cual existe evidencia (explícita o implícita)  de que la persona pretendía, en algún grado, matarse; un intento suicida puede o no resultar en lesiones” (O’Carroll, Berman, Maris, Moscicki, & Tanney, 1996). Los mismos autores refieren que 66% de los suicidas realmente desean comunicar un mensaje dramático respecto de su malestar; aunque algunas veces se salga de control la situación, eso no deja de ser una conducta con el conocimiento de que puede ser fatal. Los intentos de suicidio deben tomarse siempre en serio, pues es frecuente escuchar “sólo quiere llamar la atención” en realidad, claro que lo quiere hacer y lo está diciendo por causas más profundas que las aparentes. Hay que tomar en cuenta que un tercio de las personas que intentan suicidarse, repiten el intento dentro de un año y cerca del 10% de los que lo intentan, finalmente lo logra.

Es la prevención la que sí puede establecer estrategias terapéuticas en el intento y la ideación suicida, ubica un análisis más amplio para su predicción y el control con proyectos de participación multidisciplinar. Desde esta visión integradora, se amplía el rango de acción del profesional de la salud mental, ya que por el acto mismo del suicidio se ha consumado la muerte, sobre la cual solo se puede deducir la dinámica (y la estadística) que lo llevó a tal circunstancia pero sin certeza.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.