Publicado el 06/06/2023
Categoría: Estilo de Vida
1 de cada 10 mexicanos dentro del colectivo LGBTI+ vive con alguna discapacidad

“Al principio lo ocultaba, pero ahora muestro mi silla en Grindr con orgullo”

Guz Guevara. Activista contra el capacitismo y se define a sí mismo como un «detonador de conciencias»

“Mi familia no sabe que me gustan las mujeres y no creen que pueda tener pareja, porque voy en silla de ruedas. Mucha gente piensa que no nos podemos enamorar”. 

Alejandra. Persona con discapacidad

En México, ser una persona con discapacidad es difícil, y no tanto por la discapacidad en sí, sino por la falta de infraestructura y la falta de una conciencia social sobre los derechos que estas personas poseen; entre ellos, los derechos sexuales y reproductivos, entre los que se incluyen, el derecho a la identidad de género.

La intersección entre la discapacidad y la identidad de género, a decir del Colectivo de Personas con Discapacidad LGBTTTIQ+, es complicada porque no siempre se respetan sus distintas identidades de género, sobre todo en el ámbito familiar. 

Pero no sólo ahí, en el ámbito social también es poco común que los diferentes movimientos civiles en pro de las personas con discapacidad aborden esta intersección con apertura, lo cual igualmente se replica desde los movimientos en pro de los derechos de las personas LGBTTTIQ+, pues pocas veces se incluye a las personas con discapacidad.

En el acceso a la educación, al empleo o a la salud, e incluso en el mismo proceso de desarrollo de la identidad, las personas que tienen una orientación sexual, identidad o expresión de género, o características sexuales diversas encuentran barreras motivadas por prejuicios sociales u omisiones legales.

Generalmente, dichos prejuicios provienen de la valoración positiva que se da a la heterosexualidad, así como a la presunta congruencia que se cree debería existir entre la identidad de género de una persona y el sexo que le fue asignado al nacer, o bien a las características corporales que se consideran “normales”.

Fuente: CONAPRED.

LA IMAGEN: Una sexualidad sana, libre y ejercida, es una de esas primeras premisas para la realización como persona integrada. Las personas homosexuales con discapacidad, en el plano sexual, invierten una parte importante de su tiempo en el esfuerzo continuado de reclamar lo que otros creen que han perdido: el derecho a resultar atractivas y tener las posibilidades que tienen el resto de la sociedad.

LOS MODELOS: Otro aspecto que genera en parte la culpa o la razón de que no exista un referente de sexualidad, de homosexualidad o lesbianismo en la comunidad de personas con discapacidad, sin lugar a duda, se debe a la falta de modelos, de referentes o iconos verdaderos. No existen modelos de la discapacidad en la sociedad actual frente a la abrumadora presencia (positiva o no) de modelos de la homosexualidad y lesbianismo en nuestros medios de comunicación, en las calles, en los colegios o en la cultura.

LA EDUCACIÓN: Una buena herramienta para perder la identidad de exclusión es la educación. Pero no solo la educación básica por y para los hombres y mujeres con discapacidad, sino la educación básica por y para los padres y madres de todas las mujeres y hombres que tienen una discapacidad y más si son lesbianas o gays. Y lo primero es aceptar la discapacidad en el seno de la familia y que la superprotección no arraigue, un sentimiento de falta de privacidad para elegir la vida que su sexo les invita a vivir.

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