Publicado el 30/11/2016
Categoría: Cultura
Francisco de Goya y Lucientes

Además de Ludwig Von Beethoveen y Oscar Wild, Francisco Goya y Lucientes (1746-1828) ha sido uno de los artistas más reconocidos con afección de la audición.

Podemos imaginar al gran pintor hace 200 años, sordo, embebido en una sociedad con una intolerancia feroz hacia las personas con discapacidad; imaginamos a un Goya angustiado, aislado quien aprendió a comunicarse mediante un rudimentario sistema de lengua de señas pero que sin lugar a dudas su principal medio de comunicación fue el creativo a partir del arte, de sus pinturas inmortales, demostrando día a día que aún sordo podía seguir plasmando al mundo dentro de la perfección de su técnica.

La depresión y la frustración en que se sumergió en un inicio lo obligaron a reflejar situaciones pesimistas: incendios, robos, asesinatos y locura. Después toma el camino de la pintura religiosa para posteriormente retomar lo peor de España en su época y además abordó el tema esotérico, pagano y mitológico con matices macabros y obscuros.

Con la limitada información que contamos hasta hoy acerca del padecimiento que ocasionó la sordera de Goya, tenemos que las manifestaciones más importantes del episodio agudo fueron cefalea (dolor de cabeza), vértigo, sordera, acúfenos (percepción de golpes o sonidos en el oído), ataxia (relacionado con la incapacidad de coordinación de movimientos), parálisis, escalofríos y alteraciones visuales.

Los científicos contemporáneos que se han dedicado a estudiar la afección auditiva del genio pintor, concuerdan en que invariablemente la causa de su sordera tiene un origen vascular, inflamatorio o tóxico.

Goya es uno de los pintores más emblemáticos de su España natal, sordo, genio, liberal, aún hoy nos hace estremecer hasta el límite y al mismo tiempo regocijarnos entre los colores emanados de alma silenciosa.

 

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