Publicado el 29/09/2022
Categoría: Adulto Mayor
Adulto Mayor

Se empieza a leer de lejos; de igual modo, se olvidan nombres, la espalda se joroba, se presentan dolores en estas áreas y se pierde el gusto por comer. El tiempo pasa y cada día se torna una experiencia más de vida. La evolución no es mala al contrario proporciona más sabiduría. Sin embargo, en varias ocasiones no nos damos cuenta de ello; por lo que aquí describimos 10 señales de que se está envejeciendo.

  • Dormir mal y roncar: Con el paso de los años se hace más difícil dormir; y es frecuente despertase por las noches y levantarse más temprano. Esto se debe a que, en la edad adulta, el sueño profundo dura menos y hay necesidad de hacer uso del baño un mayor número de veces.
  • Olvidar nombres: Tener mala memoria generalmente lo consideramos normal cuando envejecemos. Aprender cosas en esta etapa de la vida puede tomarnos más tiempo que antes y la información de la cotidianidad se puede bloquear.
  • La capacidad de regular la temperatura corporal se afecta: Para el cuerpo cada vez es más difícil controlar su propia temperatura. Esto ocurre porque se tiene menos grasa debajo de la piel capaz de retener el calor corporal. Por eso es común que veamos a algunas personas mayores abrigadas constantemente, a cualquier hora del día, del mismo modo la capacidad para transpirar disminuye y así se torna más difícil medir cuándo hay demasiado calor.
  • Jorobados y adoloridos: Cuando se envejece, el tronco se acorta porque los discos vertebrales pierden líquido y se hacen más delgados. Por la pérdida de mineral en las vértebras, la columna vertebral se vuelve curva y apretada. A esto se le suma que los arcos de los pies se tornan menos pronunciados y el cartílago de las articulaciones se desgasta.
  • Se pierde el gusto por comer: La disminución de necesidades físicas y apetito se presentan también con el paso del tiempo. En ciertos casos hasta se puede cambiar la percepción de los sabores y olores, lo cual, a veces, es efecto secundario de algunos medicamentos. Eso sin contar con que, cuando hemos sufrido pérdidas de algunas piezas dentales, aun teniendo prótesis, la facilidad para masticar algunos alimentos se dificulta y muchos optan por sopas o comidas fáciles de pasar.
  • Pérdida de peso: Se estima que después de los 55 años en los hombres se detiene el aumento de peso y la tendencia se invierte, adelgazando con mayor facilidad; esto puede relacionarse con una disminución de la testosterona (hormona sexual masculina). En el caso de las mujeres, el aumento se da hasta los 65 años y luego comienza el descenso.
  • Llevar medicamentos a todos lados: Es una de las señales más importantes de la vejez y no tiene que ver necesariamente con males graves, pero sí crónicos; por ejemplo, pastillas para controlar la tiroides, el colesterol o la presión arterial, como la hipertensión arterial y la hipotensión ortostática que son más comunes en el adulto mayor.
  • Pelear con la tecnología: Si los hijos, sobrinos e incluso compañeros de trabajo manejan mejor la tecnología no debe hacer sentir mal a las personas de avanzada edad, esto se debe a que con el paso de los años la habilidad tecnológica se reduce.
  • Un oído no tan eficiente: El equilibrio se controla en el oído interno, pero con la edad las estructuras de éste cambian y su función es menos eficiente. En consecuencia, es fácil, por un lado, perder el equilibrio y no escuchar algunas conversaciones como antes, aún más si se está en un ambiente ruidoso. La acumulación de cera en los oídos también puede causar dificultad para oír.
  • Leer de lejos: Las estructuras de los ojos cambian. El lente natural, el cristalino, pierde elasticidad y la capacidad de abombarse o de aplanarse para enfocar. Después de los 40 se va aplanando, lo cual provoca que los rayos de luz converjan más allá de la retina. Resulta más fácil ver de lejos y los objetos cercanos parecen borrosos. A eso se le conoce como presbicia y es el responsable de que se estire más el brazo para ver en detalle algún objeto que sostenemos. Al llegar a los 60 años, las pupilas pueden disminuir un tercio del tamaño y se vuelven más lentas para reaccionar a los estímulos de luz y oscuridad; por eso puede ser difícil adaptarse a los resplandores.

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