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Publicado el 27/09/2016
Categoría: Salud
Uveitis

Uveitis: El enrojecimiento de ojos súbito y doloroso o la presencia de visión borrosa sin dolor, es causa de revisión con un médico oftalmólogo de manera urgente.

 

 

Muchas veces postergamos la revisión oftalmológica con la presencia de ojo rojo, pensando que unas gotas lubricantes o vasoconstrictoras (que quitan el ojo irritado) pueden resolver el problema, sin embargo la falta de atención a esta sintomatología podría desencadenar secuelas irreversibles en la función ocular.

Los datos que nos deben hacer pensar que el ojo rojo necesita ser valorado por un oftalmólogo son: Ojo rojo persistente, dolor ocular, sensibilidad a la luz, visión borrosa, disminución de la visión y manchas flotantes, en algunos casos puede presentarse en la parte inferior del iris un área blanquecina que conocemos como hipopión.

 

Si presentamos esta sintomatología podríamos estar frente a una UVEITIS que es la inflamación de la úvea, la cual es una estructura formada por el iris, el cuerpo ciliar y la coroides. En conjunto estas tres estructuras forman la capa media del ojo entre la retina y la esclerótica.

 

El ojo está formado por tres diferentes capas de tejido que rodean la cavidad central gelatinosa llamada humor vítreo. La capa más interna es la retina, la cual es el tejido nervioso que detecta la luz y ayuda a enviar las imágenes al cerebro. La capa más externa es la esclerótica, la pared blanca, resistente que da estructura al ojo. La capa intermedia que se encuentra entre la esclerótica y la retina es llamada Úvea. La úvea contiene las venas, arterias y capilares que se llevan la sangre hacia adentro y hacia afuero del ojo. La función principal de la úvea es nutrir varias partes del ojo como la retina, por lo tanto una inflamación de la úvea puede dañar la visión.(2)

 

Existen muchos tipos de uveitis que se definen de acuerdo a las partes del ojo que afectan:

 

La iritis que se conoce como uveítis anterior, la cual es por mucho la más común de las uveítis, se presenta súbitamente y puede durar de 6-8 semanas.

  • La uveítis intermedia afecta la región central del ojo y puede durar semanas hasta años y esta puede mejorar o empeorar cíclicamente.
  • La uveítis posterior, suele desarrollarse lentamente y con frecuencia dura muchos años.
  • La panuveitis es una inflamación de todas las capas de la úvea.

 

La inflamación es la respuesta local de un tejido que tiene lugar en el sitio del daño, ésta es dada por una compleja interacción de elementos vasculares, humorales y celulares. La inflamación es básicamente protectora y es esencial para sobrevivir. (1)

 

La causa específica de la uveítis generalmente es desconocida, sin embargo algunos casos suele asociarse a otra enfermedad o infección en el cuerpo. Como son el virus del herpes zóster, enfermedades inflamatoria sistémicas, alguna lesión en el ojo o infecciones por hongos como histoplasmosis o por parásitos como la toxoplasmosis.(3)

 

Debido a que la uveítis puede estar asociada a otras enfermedades del cuerpo su oftalmólogo necesitará saber sobre sus antecedentes de salud, y solicitará realizar varios estudios orientados a buscar el origen del problema, sin embargo, entre el 40 a 60 por ciento de los casos, no se puede identificar la enfermedad asociada.

Una revisión oftalmológica amplia y detallada será necesaria junto con la batería de estudios pertinentes, una inflamación en la úvea puede afectar la visión de manera permanente incluso puede ocasionar ceguera si no es diagnosticada y tratada a tiempo.

 

La uveítis es una inflamación que debe ser considerada grave ya que pudiera ocasionar cicatrices y debe ser atendida tan pronto como sea posible. El tratamiento es a base de corticoesteroides y dilatadores de pupila, y va encaminado a reducir la inflamación y disminuir el dolor. Si fue encontrada una enfermedad asociada el tratamiento incluirá los medicamentos para erradicar la enfermedad de base.

 

Las secuelas que podría ocasionar una uveítis además de la ya mencionada ceguera incluyen cicatrices permanentes, glaucoma, cataratas, desprendimiento de retina y daño al nervio óptico.

 

Cada una de estas complicaciones deberá ser tratada y manejada de forma oportuna.

Resulta de suma importancia no minimizar la presencia de ojo rojo, este podría ser la primera manifestación de un proceso inflamatorio, que debe ser manejado y diagnosticado por un oftalmólogo calificado.

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