Publicado el 12/01/2021
Categoría: Perfiles
Esclerosis

La vida de uno de los músicos más destacados de la historia estuvo marcada durante 20 años por uno de los padecimientos neurológicos más devastadores y discapacitantes que existen aunque en realidad nunca se supo su diagnóstico definitivo. Hasta nuestros días él sigue siendo uno de los ejemplos más claros en donde la genialidad y el éxito se sobrepusieron a la discapacidad.

Dmitri Dmítrievich Shostakóvich nació un 25 de septiembre del año 1906 en la ciudad de San Petersburgo, Rusia; fue el segundo de tres hijos de Dmitri Boleslavovich Shostakóvich y Sofiya Vasilievna Kokoulina, su padre fue físico matemático y trabajó muchos años a cargo de Dmitri Mendeleiev, el creador de la Tabla Periódica de los elementos, sin embargo, su muerte prematura obligó a Sofiya, su esposa, a hacerse cargo de sus hijos en carácter de viuda y en medio de la pobreza.

Desde una edad temprana, Shostakóvich demostró ser un niño prodigio en la ejecución del piano así como en la composición musical, hecho percatado desde que empezó a tomar clases de piano bajo la tutoría de su propia madre a la edad de nueve años. A los 12 años compuso una marcha fúnebre la cual dedicó a dos miembros del Partido Kadet asesinados por un grupo de marineros bolcheviques. A la edad de 13 años ingresó al Conservatorio de Música de San Petersburgo, graduándose del mismo en 1926, y presentado como tema de graduación su Primera Sinfonía.

A partir de ese momento la carrera de Shostakóvich emprendía un largo y prolífico destino lleno de controversias, críticas y anécdotas de sumo interés. Dmitri contrajo matrimonio con Nina Vasilievna en 1934 con quien tuvo dos hijos, Maxim y Galya. Después de la muerte de Nina en 1954, volvió a casarse en 1961 con Irina Antonova, quien actualmente radica en Moscú, Rusia.

Su música incluye dentro de un gran repertorio, conciertos, sinfonías, música de cámara y música para películas todas ellas hasta hoy con gran audiencia en las salas de concierto y en la venta de música. En su música se reflejaron claramente las condiciones de la Rusia estalinista, aunque también escribió piezas simples, líricas y algunas hasta infantiles. Después de la muerte de Stalin, en 1953, Shostakóvich percibió un aire de libertad que lo motivó a componer la percepción que tenía del dictador en su Décima Sinfonía y a partir de 1956, en que Nikita Jrushchov, también conocido como Nikita Kruschev, tomó el poder del Partido; Shostakóvich fue reconocido ampliamente a nivel mundial y en la Rusia Soviética; sin embargo, por esos años, empezó a aflorar en él una enfermedad neurológica progresiva y deteriorante que lo llevó a la muerte en al año 1975.

Su enfermedad.

Poco antes del año 1958, Shostakóvich empezó con datos sugestivos de debilidad muscular; en un escrito redactado en 1954 por la hermana de su primer esposa, Nina, se menciona que Dmitri solía pasear con sus hijos en bicicleta, y que ellos continuamente le reclamaban que cada vez iba más lento hasta que una vez cayó en una cuneta rasgando su traje. En 1958, él mismo describe lo que serían las manifestaciones definitivas de una enfermedad neurológica: Mi mano derecha se ha debilitado mucho, también siento agujas, clavos… no puedo levantar maleta alguna y ni siquiera soy capaz de poner mi abrigo en el perchero, se me dificulta lavarme los dientes y cuando escribo, mi mano termina muy débil; cuando toco el piano tengo que hacerlo muy lentamente (pianissimo). Los doctores no han podido decirme qué es lo que tengo y al parecer estaré condenado a recluirme en un hospital.

Aún con lo descrito en el párrafo anterior, Shostakóvich grabó un disco en París lanzado en 1960 en el que se notan -según los expertos- algunos errores en la ejecución del piano; el disco fue igualmente ovacionado. Poco tiempo después se retiró definitivamente de las apariciones públicas, no impedido de seguir componiendo de manera magistral. En 1960, durante la boda de su hijo Maxim, sus piernas estaban tan débiles que sufrió una caída que le provocó la fractura de su pierna izquierda, sucediendo lo mismo en 1967 fracturándose la extremidad contraria, lo que le impidió caminar de manera definitiva de manera normal.

No fue sino hasta el año de 1965 en que el Dr. Bogorodinsky concluyó que Dmitri tenía una enfermedad que afectaba los nervios y los huesos, y que era muy parecida a la poliomielitis. Ante la búsqueda de alguna cura, Shostakóvich viajó a diferentes países en busca de tratamientos, fue sometido a un sinfín de terapias tradicionales, alternativas y de tónicos herbales exóticos sin resultados satisfactorios.

En fotografías que datan de mediados de los años 60, se nota a Shostakóvich empleando de manera preferencial su mano izquierda durante discursos y ejecuciones del piano; en una fotografía tomada en 1971, junto con el compositor británico Benjamin Britten, éste último sostiene la mano de Dmitri para poder estrecharla.

En 1973, Dmitri Shostakóvich fue evaluado en el Instituto Nacional de Salud de Bethesda, donde concluyeron que padecía una enfermedad neurológica, progresiva e incurable. Finalmente, en 1975, mientras comía un durazno presentó un ataque prolongado de tos, probablemente debido a debilidad de los músculos de la deglución, falleciendo pocas horas después, según dicen, sofocado, aunque algunos autores han sugerido que la causa de su muerte fue un cáncer pulmonar debido a la adicción que siempre tuvo por el tabaco.

La ciencia moderna ha colocado a Dmitri Shostakóvich en la lista de los personajes famosos que padecieron los estragos de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (Véase Revista Accesos No. 22). Las manifestaciones que experimentó el músico coinciden con las del mencionado síndrome, consistente principalmente en manifestaciones motoras que obedecen a un patrón simétrico así como debilidad de los llamados músculos bulbares (de la deglución, de la cara, etc.). Algunos refutaron esta teoría debido a que la ELA suele tener un curso rápido, provocando la muerte de quienes la presentan a escasos 2 a 5 años después de realizado el diagnóstico, sin embargo hasta en un 10% de las personas que lo padecen suelen vivir más de 10 años con la enfermedad, como pudo haber sido el caso de Shostakóvich.

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