
Tanto en México como en muchos otros países, si bien hay normativas que prohíben la pirotecnia que causa estruendo, muchas veces no se cumplen, con una falta de empatía alarmante.
Las personas con autismo y trastorno del procesamiento sensorial no perciben los estímulos auditivos de una manera habitual. Y especialmente, muchas personas con autismo tienen una reacción muy significativa frente a ruidos de alto impacto, como es el caso de los cohetes, petardos y fuegos pirotécnicos que se emplean en celebraciones en estas fechas.
En fechas de celebraciones, la pirotecnia se usa a veces de una manera indiscriminada, causando daños a la salud, especialmente en colectivos con hiperacusia, como son las personas con autismo.Para la mayoría de las familias, las fiestas de fin de año están asociadas a las reuniones familiares, los brindis y los abrazos. Pero para otras, significan momentos de miedo, angustia y encierro, ya que el estruendo que causa la pirotecnia, todavía presente pese a las campañas y ordenanzas, puede tener un impacto profundo en personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), especialmente en niños y niñas con hipersensibilidad auditiva.
En su desesperación, estas personas pueden llegar hasta autolesionarse debido al miedo y angustia que enfrentan en esos momentos.
Para estos días, recomendamos las siguientes, en el caso de PIROTECNIA hacia la persona con autismo:
- Anticipar lo que va a ocurrir. Anticipar cuando y dónde se van a producir estos ruidos con apoyos visuales, con pictogramas o con historias sociales.
- Uso de cascos: si se va a acudir a estos eventos, usar protectores auditivos que rebajen el nivel de presión acústica.
- Alejamiento: Si sucede de manera no esperada, alejarse de la fuente de ruido.
Si estamos en una zona en la que puede haber petardos, es importante que la familia hable con la administración local responsable para plantearles la situación. Muchas veces poner en conocimiento las circunstancias de lo que ocurre, se pueden evitar las consecuencias no deseadas.
En todo caso, debemos reducir la exposición de la persona con TEA al ruido y si nos es posible, generar espacios o refugios frente al ruido para estos eventos aumentando el aislamiento acústico de materiales de la vivienda, colocando elementos absorbedores de ruido o que generen “ruidos blancos” en la vivienda.