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Publicado el 23/02/2015
Categoría: Cultura

Re descubriendo la palabra; Entrevista imaginaria al legendario científico e inventor Alexander Graham Bell (1847-1922)

El clima es frío, pero el día soleado. Es el año de 1877 y me encuentro en Charlotte Square, una de las plazas más hermosas de la ciudad de Edimburgo, Escocia. Los árboles casi no tienen hojas y rodean una gran escultura del difunto consorte de la reina Victoria, el príncipe Alberto.

A decir verdad, esta es una zona muy tranquila, llena de casas y antiguos edificios de piedra que parecen observar a los escasos transeúntes. Ahí, sentado en una banca espero al genial Alexander Graham Bell, científico e inventor mejor conocido en ese entonces por ser la mente creadora de uno de los artefactos más revolucionarios de la historia: el teléfono.

Sin lugar a dudas, su gran pasión siempre fue la manera en que las personas se comunican y eso incluye también su poco conocido trabajo realizado con las personas con discapacidad auditiva. Es por ello que el día de hoy decidí interrumpir su luna de miel por breves minutos, para que me cuente mucho más acerca de su entusiasmo por el sonido, las palabras y la forma en la que ha trabajado con personas con sordera a nivel internacional.

Así, un modesto carruaje se estaciona frente a mí. De éste desciende Alexander, erguido,con semblante amigable y con una barba que apenas empieza a mostrar algunas canas.\r\n\r\nHace una leve reverencia y se sienta junto a mí, listo para empezar la entrevista:

Sr. Bell, ¿podría contarme un poco sobre su vida?

Claro. Yo nací aquí, en Edimburgo, a pocas cuadras de donde estamos. Desde muy joven mi pasión ha sido crear e inventar objetos, por ejemplo, a mis 12 años el padre de un amigo nos regañó por hacer travesuras, diciéndonos que mejor hiciéramos algo útil, por lo que creé un invento para quitar la corteza al trigo del molino que poseía la familia de mi amigo.

Por esas épocas, mi madre empezó a perder el oído, lo que provocó que ella y yo creáramos un lenguaje de señas para poder conversar y decirle discretamente lo que decía la familia. También, inventé una técnica en la que hablaba claramente en la frente de mi madre para que ella escuchara lo más posible.

La pasión por la acústica y la locución corre por mis venas, ya que tanto mi abuelo como mi padre fueron estudiosos en el tema, inculcándomelo desde temprana edad. Por ejemplo, mi padre me enseñó desde pequeño el lenguaje de señas, llevándome a demostraciones públicas hasta 1870, año en el que tuvimos que mudarnos a Canadá.

¿Cuándo inició a mayor profundidad su trabajo con las personas con discapacidad auditiva?

Sus investigaciones consiguieron la patente del teléfono y se le consideró inventor de tal aparato hasta el año 2002, cuando se acreditó al italoamericano Antonio Meucci como su verdadero inventor.

Como te he dicho, toda mi vida me vi educado a trabajar con personas sordas, pero cuando mi padre fue invitado a la Escuela de Sordos y Mudos de Boston para entrenar a sus profesores en el ‘Sistema de Discurso Visible’ (o lenguaje de señas) y me mandó a mí en su lugar. Después de acudir como profesor a esa escuela, repetí este proceso en varias otras hasta que abrí mi propio instituto en 1872: Fisiología Vocal y Mecánicas del Habla, la cual se ha convertido en un éxito, teniendo a grandes y reconocidos estudiantes, ya que como siempre he dicho: ç

“Antes que nada, la preparación es la clave del éxito”.

¿Fue en esta época que conoció a su esposa?

Es correcto, conocí a mi amada Mabel Hubbard hace apenas 2 años (1875), le daba clases. Ella tampoco puede escuchar desde que tiene cinco y tenía 17 cuando la vi por primera vez y me enamoré perdidamente de ella. Al principio ella me rechazó, pero mientras nos fuimos conociendo se encariñó conmigo y le pedí matrimonio hace poco, ya que con el éxito de mi nueva Compañía Telefónica Bell no tengo preocupaciones monetarias.

Debo admitir que haber conocido a Mabel es lo más maravilloso que me ha ocurrido.

Cualquiera pensaría que es complicado estar con una mujer que no escucha, pero el amor siempre es más grande que cualquier complicación. Cuando una puerta se cierra, otra se abre; pero a menudo miramos tanto tiempo y con tanta tristeza la puerta cerrada, que no vemos la que se ha abierto para nosotros.

Ahora si me disculpas, mi amada esposa me espera para partir y continuar nuestra luna de miel. ¡Hasta pronto!

Así, Alexander Graham Bell se despide de mí sin saber aún que sería fuente de inspiración y uno de los maestros de grandes personalidades como la oradora Hellen Keller, un apasionado inventor y un gran investigador de técnicas auditivas y de locución, enamorado de la enseñanza y de la mejora en la calidad de vida para personas con discapacidad auditiva.

Cuando conoció a Mabel Gardiner Hubbard, una joven de 17 años que había quedado sorda a los cinco tras sufrir un fuerte ataque de fiebre escarlata, el inventor quedó prendado de ella a primera vista, a dos años de haberse conocido se convirtió en su esposa.

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