Publicado el 03/08/2020
Categoría: Cultura
habilidades visoespaciales

Día a día retamos a nuestro cuerpo a realizar actividades complejas que consideramos sencillas al no percatarnos de la cantidad de componentes de la ejecución que involucran, un ejemplo de ello es comer sopa con una cuchara, la cual es una actividad que requiere de mucha coordinación y estabilidad en el movimiento de la mano, aunado a un fuerte componente visual y propioceptivo.

Al nacer, todas nuestras habilidades se encuentran “inmaduras”, nuestro cerebro necesita desarrollarse e irse adaptando a un ambiente multisensorial fuera del vientre materno. La maduración de la relación ojo-mano se ha reforzado a lo largo de años de uso y práctica de las experiencias motoras y sensoriales a las que hemos sido expuestos a lo largo de nuestro desarrollo.

La apreciación de la relación del niño con los objetos y el espacio es sustancial, ya que estas experiencias perceptivas también quedan involucradas con la función motora. A medida que el niño aprende a moverse a través del espacio.

La integración sensorial juega un papel muy importante dentro del desarrollo de visualización del espacio y percepción figura-fondo, así como la percepción innata del espacio, la cual se obtiene mediante una combinación de convergencia de los ojos.

Las habilidades visoespaciales son aquellas que nos permiten ubicarnos en el espacio.

La estimulación temprana es fundamental cuando existen riesgos de daño neurológico para desarrollar el componente visoespaciales en los pequeños, de igual manera se pueden encontrar alteraciones en las habilidades ojo-mano en la edad adulta, es por ello que consideramos que las alteraciones en las habilidades ojo-mano pueden ser signo de daño neurológico y/o visual.

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